TIPOS DE FAROS:
Independientemente de cuál sea el tipo de lámpara que
genera la luz, existen distintas formas de proyectar esa luz sobre el asfalto.
La luz generada por la lámpara se propaga en todas direcciones; la misión del
faro es la de redirigir esos rayos hacia zonas concretas. Por ejemplo, la luz
que se propaga hacia el cielo no ilumina la carretera y en caso de lluvia o
niebla provoca antideslumbramiento.
En función de cómo “enfocan” los rayos de luz de la
lámpara, tenemos 3 tipos de faros:
Faros de superficie simple: están en desuso. Son los de toda la vida, con un
reflector en forma de parábola y un cristal encargado de
distribuir la luz. Fabricar las lentes es caro y, además, absorben algo de
luz.
● Faros de superficie compleja: en ellos, el reflector está diseñado para redirigir los
rayos de luz. Son más baratos de fabricar, ya que el cristal es liso.
Precisamente por esta forma del cristal, hay menos pérdidas de luz en ellos.
● Faros elipsoidales: “los de la lupa“, así los
conoce la mayoría de la gente. Se desarrollaron en los años 80. En ellos, el
cristal del faro se sustituye por una lente y el reflector tiene forma
elipsoide para concentrar la luz en el foco de esta lente.
Tienen la ventaja de ser muy pequeños, lo que los hace ideales para diseñar
frontales muy afilados. Su defecto era que concentraban mucho el calor de las
lámparas halógenas y se iban “ahumado” y oscureciendo. La menor temperatura de
funcionamiento de las modernas lámparas de descarga de gas ha eliminado este
problema.
En función de cómo hagan el cambio de luz de
cruce a luz de carretera, tenemos los siguientes tipos de faro:
● Faros de una sola parábola y lámpara H4: son los más simples. En ellos sólo hay una bombilla en
el faro, con la particularidad de tener dos filamentos, desplazados unos pocos
milímetros. Esto provoca que tengan una distancia focal diferente
en el faro y su luz se proyecte de forma distinta. Uno de los filamentos es de
55 W y el otro, de 60 W (aunque hay versiones de 100/110W que están prohibidas
para su uso en carretera: pueden quemar la instalación eléctrica del coche por
su alto consumo, así como deformar el faro por su mayor temperatura).
Encendiendo uno u otro filamento hacemos el cambio de cruce a largas. Tienen el
defecto de que los dos filamentos no pueden estar encendidos
al mismo tiempo (la temperatura los fundirá rápidamente), así que, al poner las
largas, apagamos las de cruce. Esto hace que perdamos luz en los arcenes y en
la zona cercana al coche. Además, no es posible hacer un diseño de faro perfecto
para ambas luces: si se prioriza una buena luz de cruce, tendrá unas “largas”
mediocres, y viceversa.
● Faros de doble parábola: en realidad, son dos
faros dentro de un mismo cristal. El reflector está dividido en dos partes: una
es la que da la luz de cruce y la otra, la que da la luz larga. Funcionan muy
bien, pero tienen un inconveniente (además de ser más caros que los de parabola
simple): al tener que compartir espacio dos faros, necesariamente tienen menos
superficie y, en iluminación, el tamaño importa. Suelen
contar con una luz de cruce ligeramente más pobre que la de los faros de una
sola parábola, pero más homogénea, y la pueden mantener encendida al poner las
largas.
● Faros de casquillo móvil: en ellos, el cambio de cruce a largas lo hace un pequeño
motor que mueve la lámpara dentro del faro. Al variar su posición
respecto al foco del reflector, cambia la distribución de la luz. Se
empleaba en los primeros bi-xenón.
● Faros de cortinilla:
este tipo de faro es el más utilizado en la actualidad. En ellos, tanto el
reflector como la lámpara están diseñados para crear una huella de luz enorme
en la carretera. Para no deslumbrar, en la posición de luz de cruce una
cortinilla tapa parte de la luz que emite la lámpara. Cuando
damos largas, esa cortinilla se abre y permite emitir toda la luz.
UNAI PUENTE
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